jueves, 11 de septiembre de 2014

Prueba Mondraker Foxy Carbon

La semana pasada tuve el placer de poder probar la nueva Mondraker Foxy de carbono que la marca española ha presentado este año con gran acogida y expectación:

Imagen promocional de la Mondraker Foxy Carbon: www.mondraker.com/foxycarbon
Gracias a los amigos de la tienda Rollerbike tuve la suerte de poder ser uno de los afortunados en subirse y hacer una pequeña ruta con ella, como yo ruedo habitualmente en una Foxy de aluminio 2013 tengo la opción de comprobar que nos aporta el carbono, las ruedas de 27,5 y la geometría de potencia ultracorta.

La bici que voy a probar (no soy el primero ;)
Para la ruta no podemos irnos a las sendas que se merece, pero podemos ir al cortijo para comparar sensaciones en dos de mis más conocidas trialeras. Primero hay que rodar y subir, y ahí la ligereza de la bici de carbono con componentes de alta gama se nota. También el bloqueo de suspensiones que lleva con mando en el manillar, que deja la bici muy muy rígida para las zonas de asfalto o pista buena. Una buena opción para una bici que promete máxima polivalencia.

Sin problema en pistas duras, devora kilómetros. Foto de Yony.
En subida dura y rota es mejor abrir suspensiones y dejar que la trasera nos ayude a superar los obstáculos, y aunque con la potencia muy corta parece que la bici debería tender a levantarse de adelante, no fue así y no tuve ningún problema. La dirección con esta potencia es más rápida y nerviosa pero para rodar y subir no es algo que influya, yo me adapté sin ningún problema.

Potencia de 30 mm y tubo más largo para compensar la diferencia, ese es el concepto Forward Geometry. Foto de Yony.
En subida la transmisión 1x11 que trae de serie con plato de 30 resulta ser una opción muy válida dónde no perdemos desarrollo corto respecto a los habituales 2x10, aunque para el rodador fuerte puede ser poco el desarrollo largo. Aquí si que perdemos un poco de polivalencia que cada uno deberá decidir si le importa para el uso que le quiera dar. Poco más que añadir para las subidas, como las anteriores foxy es una bici que puede subir todo lo que tus piernas te permitan. Pero lo que queremos comprobar más es la diferencia en bajada.

La foxy en el terreno que más le gusta: las sendas.
La primera diferencia que pude notar sobre mi habitual foxy aluminio es la gran rigidez que se nota en el cuadro, lo que sumado a la ya conocida buena absorción del sistema de suspensión Zero hace que la trasera se sienta mucho más precisa. Igualmente la sensación de seguridad bajando es mayor, lo que debe ser por la combinación de las ruedas de 27,5 y la potencia corta, que hacen la bici más larga y por ello más estable.

Más seguridad en escalones y terreno empinado. Foto de Yony.
Sin querer me veo bajando más rápido que nunca esta trialera, dónde la estabilidad importa más que la maniobrabilidad. Aunque no tuvimos muchas curvas para poder probar la bici en terreno revirado, las sensaciones en los giros fueron buenas, convendría una prueba más intensa en ese apartado para ver si la mayor longitud o la potencia ultracorta son mucho inconveniente, de momento no lo pareció.

No tuvimos muchas curvas para probar este aspecto. Foto de Yony.
En resumen, esta bici suponen una clara mejoría respecto a los modelos anteriores, el cuadro de carbono aporta rigidez además de ligereza, y la potencia corta hace la bici más rápida en recta y terreno roto. Las ruedas de 27,5 no son un gran cambio sobre las 26 pero también aportan su granito de arena para hacer la bici más rápida, porque al final lo que realmente noté fue eso, que esta bici te hace ir más rápido!!

Rápida, ¡muy rápida! Foto de Yony.


sábado, 12 de julio de 2014

Últimas semanas en las antípodas: Hasta la próxima Nueva Zelanda!!

Hace ya varias semanas que volví de las antípodas y por razones varias tenía el blog aparcado a pesar de tener muchísimas cosas que contar, quizá tantas que la imposibilidad de ponerlo todo me hizo no poner nada... pero no quiero dejar de contaros, y de paso recordar, lo que fueron las últimas semanas en "el otro lado":

Vistas del lago y los remarkables, mi "hogar" en las antípodas.
Después del increíble Bike Festival y las carreras volvimos a la normalidad y a salir por nuestra cuenta, a Dylan le habían hablado de una alternativa de bajada en la ruta Fernhill Loop que decían era de lo mejor aquí, así que fue nuestro siguiente reto.

Senda de subida del fernhill loop.
Tras subir por pista, cogemos la senda que sigue subiendo y cada vez se empina más y más  por un  hayedo, hasta que nos obliga a desmontar y empujar por sus escaleras de raices:


Tras más de una hora de intensa subida alcanzamos la zona alta, ya fuera del bosque, es hora de comer algo y este es el mejor sitio para hacerlo.


La senda ahora va ladeando con subidas y bajadas suaves mientras pasamos barrancos, calentamiento de lo que vendría luego:


Esta ruta ya la concemos los dos de haberla hecho por separado, toca bajar y comenzamos con un sendero perfecto colgado sobre la ciudad:


Al entrar al bosque es donde vamos a buscar la bajada alternativa que nos habían recomendado los locales. Dylan la tiene clara y comienza a bajar por el pinar, el terreno está sueltísimo y el freno hay que dosificarlo, pero el problema llega cuando la senda se empina de forma salvaje, y encima se adereza con curvas cerradas donde encontrar agarre era una proeza... bufff!!!

Dylan dejando estela, y quemando frenos!
Nos dejamos algunos pasos sin completar y eso que ya tuvimos buena dosis de adrenalina en otros muchos donde había que jugarse el tipo. Increíble el nivel de pilotaje que tiene la gente aquí, unos días después hablando con una chica local nos decía que esa era su senda preferida, que era pura "diversión"... ¡¡¡increíble!!!

Unos días más tarde me junté con mims amigos checos Pitr y Monica en el bikepark para hacer la bajada más difícil y famosa del mismo, con un nombre que apuntaba: "World Cup", de dificultad doble negro y con fama de ser la más difícil del mismo. Aquí hacía unos días había estado el campeón del mundo de descenso Stevie Smith entrenando y probando la nueva horquilla de descenso de Rock Shox, y aquí fue dónde se rompió el tobillo... no era muy buena carta de presentación, pero no podíamos irnos de Queenstown sin probar nuestro nivel real.

No tengo fotos de la bajada, pero os pongo algunas que cojo prestadas de Monica y Pitr, ella hizo una crónica de su experiencia en Nueva Zelanda para la revista checa Freeride.CZ (http://www.freeride.cz/bike/clanky/report/novozelandsky-zapisnik-ceske-bikerky--20341/)

Monica en acción, mucho nivel!!
La bajada comienza con un paso de los que ya te dejan claro que aquí no vale simplemente el culo atrás y dejarse caer frenando, os dejo un video para ver como Monica lo pasa tras examinarlo, yo no lo vi claro y ahí lo dejé...


Tras este comienzo que asusta, el siguiente chute era una bajada muy empinada y larga en curva, por suerte había distintas trazadas y yo pude seguir una más abierta, mientras que Monica y Pitr le dieron a una más directa y que asustaba, aunque todavía había marcas de otra trazada más bestia con salto desde un pedrusco, ¡¡los locales están para atar!!



Acabamos de empezar como quien dice y esto ya es lo más difícil que he visto en bici, aunque para nuestra suerte y la de nuestros huesos, a partir de ahí la senda se hace más humana, y aunque todavía con pasos que asustaban, nos dejó bajar prácticamente todo, eso si, exáminando bien cada paso antes de darle. 

Pitr era también una buena rueda que seguir, o intentar al menos!
La parte media de la bajada fue la más bonita para mi, tanto de rodar como de paisaje, metidos en un hayedo húmedo y cerrado y con la senda con mucha más roca y zonas de tierra húmeda. 

Foto que me hizo Pitr bajando la parte media conocida como "hobbit", a tope de concentración!!
Tampoco creáis que era un paseo, esta senda es doble negro por algo, y seguía teniendo su tema...


Al final sobrevivimos a la bajada más difícil, no sin sudar lo nuestro, casi más que en una subida! Tan sólo unos días después estabamos otra vez allí, y tras otra sesión de bikepark, acabamos como muchos días en el campillo freeride haciendo mesetas y pasarelas, aunque esta vez para mí fue la última porque tuve mi mayor caída aquí y me lesioné la mano. Por suerte tras el susto inicial los médicos me dijeron que no había nada roto, pero me dolía mucho y tendría que descansar una temporada de bici. De bici sólo, porque eso por suerte eso no significa estar parado:

Alrededores de Glenorchy.
Uno de estos días estaba por allí un amigo de viaje y nos fuimos hacia la cabecera del lago para hacer algo de senderismo y ver la bonita zona de Glenorchy con sus majestuosas montañas e infinitas praderas. En esta zona se rodaron algunas escenas del señor de los anillos, en concreto la zona de Isengard y las Misty Mountains, eso sí, lo único que podemos distinguir real es el perfíl de las montañas, el resto era ordenador.

Isengeard como es en la realidad ;)
Muy bonita esa zona, como también fue muy interesante la subida al pico Ben Lomond, la cima más alta cerca de Queenstown, a la que se sube tras varias horas de caminata desde el mismo pueblo:


Dylan me acompaña a pasar otro día de monte, aunque sin bicis. En el collado principal antes de tirar hacia la cima hay un banco apropiadamente puesto para admirar las vistas, y de paso hablar un rato con quien te toque, como esta pareja de californianos:


Tremendas vistas desde lo alto, con más de 1300 m de desnivel hasta el lago y mucha verticalidad:

Foto de cima.
En la cima un "puntero" nos indicaba lo que podíamos en ver en cada dirección, y es que había muchos montes visibles desde aquí:




Un bonito día de senderismo, sin gran dificultad pero bastante largo puesto que nos llevó 8 horas completar la vuelta, sería un buen entrenamiento para lo que llegaría en la traca final. Pero antes de esa última semana los compañeros de clase me convencieron con malas artes para ir a hacer puenting, ya que Queenstown es el lugar dónde se inventó esta disciplina, o esta locura mejor dicho.


Sin pensarlo mucho nos apuntamos tres compañeros, y tras una noche nervioso pensando en todos los "y si..." que pudieran pasar, llega la hora. Ya en el autobús de camino al sitio los cachondos de la empresa van poniendo canciones tan apropiadas como "Highway to hell", o "Jump". Nosotros como somos tipos duros vamos a hacer directamente el salto más alto que hay, uno de los mayores saltos comerciales del mundo con 134 m. Al llegar al sitio y ver la cabina suspendida de unos cables en medio del barranco nos va entrando a todos el temblor de piernas.


Un carro colgando de los cables nos lleva a la cabina y ya nos va enseñando la altura, y de paso podemos ver a otros que han saltado antes, lo que al menos tranquiliza un poco. Mi turno llega el tercero, y tras atarte la goma y darte algunas instrucciones, te acercas con pasitos pequeños al borde... todo pasa muy rápido aquí, te dicen que mires a la cámara para una última foto...

Última foto: ¡¡¡Oh my god!!!
Y seguido cuenta atrás, 3, 2, 1...


A partir de aquí hay un rato de desconexión cerebral, jajaja, cuando rebotas por primera vez vuelves a conectarte y ya disfrutas de los sucesivos rebotes, con una subida de adrenalina tal que te dura todo el día!


El final del viaje se acercaba, pero para acabar tenía una semana libre en la que alquilé una camper y me fui con Dylan a hacer senderismo por los alpes neozenlandeses.

La ventaja de una camper: amanecer en sitios como este.
El primer día solo estuvimos conduciendo hasta llegar a la zona que queríamos patear primero. El tiempo estaba revuelto, por la noche nos llovió y en la foto podéis ver que la nieve de las montañas esta bajita... hoy nos tocaría mal tiempo pero por suerte no fue más que un poco de "chirimiri" que nos dejó patear a gusto.


La primera ruta fue por los alrededores del lago Ohau, dónde seguiremos una senda que remonta un río hacia su nacedero. Precioso el bosque en muchas partes del trayecto, además de divertida la senda para andar. Esta es una ruta fuera de las más conocidas y turísticas, y por ello no está tan preparada como otras que veremos luego. Y ya nos lo habían advertido: hay que cruzar el río varias veces, y estamos en los alpes neozenlandeses, no hablamos de arroyos:


Al ser otoño el río baja sin gran caudal, pero aun así nos fue imposible encontrar un paso "seco", tocaba descalzarse y darle un estimulante baño de agua helada a los pies. Y no fue una vez: eran 3 las que tuvimos que hacerlo en la subida, y otras tres a la vuelta!! El resto del camino tampoco era una senda perfecta, cruzamos algunos barrancos y alguna zonas desprendidas, para finalmente alcanzar la cabecera del río, dónde un circo glaciar era surcado por multiples vías de agua.


La niebla no nos dejaba ver mucho más pero había sido una senda muy bonita y entretenida. Comimos algo y volvimos rápidos para abajo que se nos hacía de noche. Nos acercamos de nuevo a dormir a la orilla del lago Pukaki, con buena noche y mejor previsión meteorológica para los próximos días.

Vistas en una noche de luna llena desde nuestro casa con ruedas.
Hoy toca acercarse al mito neozenlandés: El Mount Cook, que desde que nos hemos despertado lo vemos destacar al final del lago, allá vamos.


Partimos desde el centro de información y vamos a hacer la ruta más turística de todas, es la única que nos encaja por tiempo ya que el resto o son muy cortas o hay que hacer noche en refugios. Vamos a ver si es tan famosa merecidamente:


La verdad es que las vistas son fantásticas desde el minuto uno, eso sí, la senda es muy fácil y además está arreglada en su mayor parte, con grandes puentes colgantes para cruzar el río:


Vamos caminando sin mucho esfuerzo y de charla con una pareja a los que habíamos recogido haciendo autostop y que ya nos acompañarán todo el día. Tras un par de horas llegamos al objetivo del día, el final del glaciar Hooker, esto es por lo que hemos venido:


Con el Mount Cook de fondo, el lago lleno de "icebergs" desprendidos del glaciar, y un día perfecto, este lugar nos atrapó durante un buen rato.


Fue buena idea esperar un día para venir, esta ruta sin buen tiempo no tiene mucho sentido ya que el paisaje es la clave. Volvemos contentos a nuestra frago y Dylan va imaginando y planeando futuras excursiones de varios días por la zona, el virus de la montaña lo ha infectado ;)

Para nuestro tercer día vamos a ir al Mount Aspirin National Park, donde para nuestra sorpresa y deleite el paisaje cambia y las praderas y el verde nos dejan unas vistas preciosas ya desde la "carretera" de ida. Esto es nueva zelanda y las ovejas son legión.

Parada obligatoria en la "carretera", no nos importó con estas vistas :)
Desde el punto de información y parking comenzamos la ruta, que de nuevo es la más conocida de la zona: la subida al Rob Roy Valley. Empezamos con un camino suave por las praderas del valle principal, admirando el verde de esta zona que contrasta con lo rocoso del día anterior:


Pronto un gran puente colgante nos da paso a la otra orilla, donde realmente empieza la subida remontando el río Rob Roy.


Vamos subiendo por la ladera de un barranco bastante cerrado y en el que superamos algunos sitios expuestos, aunque en general la senda es muy buena y discurre por un bonito bosque.




Tras un par de horas de subida llegamos al primer mirador, una zona donde el bosque se empieza a abrir y nos deja ver una enorme cascada delante nuestro, con 260 metros de na, el doble de desde donde salté, más de 80 pisos de altura!


El día aunque soleado es fresco, y encima aquí ya no vamos a ver más el sol ya que estamos rodeados de montañas de más de 2500 m y hemos visto al sol esconderse detrás de ellas. La verticalidad de estas montañas es brutal, dejandonos ver parte de los glaciares que las pueblan, algunos llegando bien cerca nuestro. Hay más de 100 glaciares sólo en este parque nacional, y es que el inventario de glaciares dice que hay más de 3000 en Nueva Zelanda!! Paraíso para los amantes del hielo, y creo que para todos los amantes de la naturaleza.


Tras comer y empezar a pasar frío, no se si psicológico por tanto hielo rodeándonos o porque de verdad hacía menos de 5 grados de temperatura, damos la vuelta y regresamos por el mismo camino. Destacar que el bosque aquí bien cerca de ese hielo es selvático, con las características hayas del sur que para mi sorpresa resulta que son de hoja perenne, no hay hayedos dorados en el otoño neozenlandés, y yo llevaba todo el viaje buscándo verlo! Al menos nos queda ese consuelo y punto a favor en nuestros montes, puedo deciros que nuestros hayedos son mucho más bonitos!

Haya del sur, ¡de hoja perenne! Realmente no son la misma familia, pero se consideran "primas" de nuestras hayas.
Para nuestro último día de tránsito por las montañas emprendimos el regreso hacia nuestra "casa", y allí tenímos pensado el final perfecto: coronar los Remarkables, la gran sierra de más de 2000 m de altura que cada vía veíamos frente a nosotros en Queenstown.

Las vistas con las que despertába cada día en Queenstown, con los Remarkables siempre remarcables :P
Contamos con la ventaja de que en la parte trasera existe una estación de esquí, lo que nos permite subir en coche la mayor parte de los casi 2000 m de desnivel que tenemos que salvar.


Pero la estación de esquí también nos puso una piedra en el camino, o más bien una montaña de piedras. Resulta que por los trabajos de renovación de la misma el acceso estaba cortado y para permitir el paso a senderistas habían habilitado un "camino" alternativo...


Vaya manera de empezar la ruta, el camino alternativo era malísimo y nada preparado, básicamente íbamos monte a través con tramos bastante difíciles y lentos. Resultaba una senda en parte divertida, pero con la vaya de obra al lado, las máquinas al fondo trabajando y viendo que avanzábamos muy lentos y realmente no habíamos empezado la subida de verdad no se hizo agradable. Nos costaría una hora o así llegar a la estación de esquí y tras cruzarla en plena vorágine de excavadoras por fin damos con la senda original que nos sacaría de ese jaleo para ponernos rumbo a la tranquilidad.


Esto era otra cosa, con la nieve ya mucho más presente alcanzamos un collado y empezamos un bonito cresteo.


Ya vemos el lago a nuestra izquierda, los picos que lo flanquean, y una grandes vistas a la derecha, pero seguimos de frente para ver si podemos alcanzar la cresta principal.


Nos ponemos a subir por dónde mejor nos parece, aquí ya no hay senda que seguir, pero la nieve nos complica las cosas, no vamos preparados y con una inclinación fuerte se hace complicado y arriesgado avanzar.


Esta sería nuestra cima de hoy, no es el pico pero nos da igual, el caso era venir aquí y disfrutar de estas montañas y de mi última ruta aquí, el objetivo ya estaba cumplido.


Los días siguientes me tocaba hacer las maletas y despedirme de mucha gente y de todos estos lugares, ha sido una gran experiencia en muchos aspectos y cuesta aceptar que se ha acabado, todavía tenía mucho que hacer por allí, así que sólo quedaba decir, ¡hasta la próxima Nueva Zelanda!